Conocer el camino es una cosa... pero recorrerlo es algo muy diferente. Acostumbramos –a medida que dejamos atrás la adolescencia y empezamos a madurar– a imaginar cómo nos podríamos sentir o qué podría significar tener una hija o un hijo. Algo que es natural, que forma parte de la vida misma, pero que incluso en el mejor de los casos se queda alejado de lo que, a la postre, representa el ser madre o padre.
El proceso de madurar la idea es largo en sí mismo, y precisa de muchos años si queremos alcanzar a comprenderlo... o al menos, pensar que lo hemos entendido.
¿Por qué escribo esto? Porque si este proceso es duro de afrontar para una persona que, por ejemplo, tenga a su primer hijo con 31 años –la edad media a la que sucede esto en España, según el INE–, ¿cómo de difícil debe ser para una joven de 16 años?
En Balonmanía 85 hemos contado la historia de Samia Hamido, una joven –ahora con 20 años– que profesa un amor infinito por el balonmano, y que semanas antes de participar con 15 años en el Campeonato de España de Selecciones Autonómicas de 2018 con Ceuta, recibía una noticia que, inevitablemente, iba a modificar por completo el rumbo de su vida: estaba embarazada de 4 meses.
Con 15 años, la mayoría de jóvenes está pensando en sus exámenes, en sus amistades, en su ocio... pero Samia tenía muchas cosas que pensar desde ese mismo momento. ¿Cómo le iba a explicar a su madre que se había quedado embarazada tan joven? ¿Eso significaría dejar de jugar a balonmano? ¿Y qué pasaría con su desarrollo académico?
España disfruta de una sociedad avanzada, pero todavía existen muchas personas que juzgan por anticipado. "Sí, una sabe lo que se avecina... una madre jovencita, de 15 años... fue complicado porque, en el fondo, no sabes qué esperar", relata todavía apurada simplemente de recordarlo. "El balonmano era mi vida hasta ese momento, entrenar cada día, jugar... y todos me recomendaron evidentemente dejarlo por haber mucho contacto; el caso es que, hasta enterarme de la noticia, yo había estado jugando con normalidad la Liga Gaditana, y quedaba una semana para disputar el CESA".
La dureza del momento, sin embargo, no quita para reconocer que, "superado ese primer instante en el que la noticia es difícil de asimilar, nunca dejé de tener el apoyo de mi gente... de mi familia y del propio club".
La pregunta del millón es: ¿cómo se retoma el pulso a tu vida con 16 años y un bebé entre los brazos? Samia responde con la tranquilidad de haberlo superado: "es difícil, no voy a engañar a nadie, pero a la vez es algo que te ayuda a madurar mucho, a crecer como persona".
¿Y el balonmano en qué lugar queda? "Volver a ser jugadora era un sueño, y en dos meses ya estaba en las pistas otra vez", sentencia Samia sin dudarlo, porque para ella "ser madre no debe suponer un límite para nada, los sueños hay que perseguirlos, con mayor responsabilidad está claro, pero hay que perseguirlos hasta cumplirlos totalmente".
La principal ventaja de tener un hijo a tan corta edad es que el físico responde mejor y más rápido: "físicamente no tuve ningún obstáculo, porque es verdad que subí 13 kilos durante el embarazo, pero en esos dos primeros meses los perdí, con lo que pude volver a jugar con normalidad".
La propia Samia asegura que "lo que pesa más es escuchar algún que otro comentario sobre la incompatibilidad de ser madre con jugar a balonmano, fundamentalmente por mi edad... que debería focalizarme en otras actividades... pero todas esas cosas que escucho son, precisamente, las que me ayudan a seguir, a ser la mejor madre del mundo, y demostrar que mi hijo no es ningún lastre".
La verdad es que, al hablar con Samia, estás obligado a preguntarle por su edad, porque por su forma de hablar, por la madurez que desprende incluso por teléfono... todo hace pensar que estás tratando con una mujer más mayor. Y no, son 20 años: "soy madre, estudio, trabajo a tiempo completo, entreno y practico balonmano", relata la joven, asegurando que "mis compañeras reconocen que me admiran, porque no saben cómo soy capaz de entrenar cada día y no faltar nunca".
Balonmano, una forma de vida
El mensaje que subyace en el discurso de Samia es que el balonamno es una forma de vida en su caso. Ella, de hecho, forma parte del Club Balonmano Estudiantes, líder de su grupo en Primera Nacional femenina, por lo que es serio aspirante a ascender a Plata Femenina el próximo curso. "Claro que he pensado en ello", se anticipa, porque "soy una persona organizada, y sé que un hipotético salto a Plata Femenina modificaría mis planes... para empezar, tendría que trabajar a media jornada y preparar unas oposiciones para compatibilizar el trabajo con el balonmano; no queda otra que organizarme y hacer mis esquemas mentales para llegar a todo".
Y, por si todo esto no fuese bastante, Samia Hamido es vicepresidenta de la Federación Ceutí de Balonmano que preside Juan José Vílchez. "Sí, no estás mal informado", reconoce con una pequeña sonrisa a mi pregunta, antes de asegurar que "el balonmano no está reconocido en Ceuta como se merece, aquí es todo muy complicado, pero al subir de nivel el apoyo que sentimos es cada vez mayor... estamos luchando duramente por sacar adelante al club de Ceuta".
