Con España en Estado de Alarma, sólo unos pocos colectivos siguen teniendo la obligación de ir a trabajar. La gran mayoría, más que por obligación, lo hace por responsabilidad. Por saberse necesario en esta difícil situación, por la satisfacción de ayudar al prójimo. “Recuerda que eres tan bueno como lo mejor que hayas hecho en tu vida”, decía Billy Wilder, uno de los mejores cineastas de la historia. Y en estas circunstancias es cuando se está viendo la calidad humana de la gran mayoría de personas que forman parte de este país.
Dentro del balonmano, la dosis de heroísmo no es menor. Compaginar nuestro deporte con la vida militar no es fácil, pero en estas circunstancias se hace especialmente duro, aunque también gratificante. Gabriel López Martos (12/01/1985, Palma de Mallorca) es un ejemplo en este sentido, ya que es árbitro de División de Honor Plata Masculina y División de Honor Femenina desde hace dos temporadas, designador de las provincias de Valencia y Castellón, así como Cabo de Artillería en el Regimiento de Artillería Antiaérea 73 del Ejército.
“Es difícil compaginar mi labor de árbitro y designador con el Ejército, pero tengo muy buenos compañeros y jefes que me ayudan para que esto pueda salir bien”, comenta Gabriel, cuyo vínculo con el balonmano comenzó a la temprana edad de 8 años. Cuando cumplió la mayoría de edad, cambió su rol de jugador por el silbato, y desde los 18 a los 22 años fue árbitro territorial, antes de ascender a ligas nacionales, donde arbitró durante 10 años. Fue también en esa época, a los 19, cuando decidió alistarse en el Ejército, donde ahora su función y la de sus compañeros se ha vuelto más vital que nunca.
“La crisis del coronavirus dentro de la vida militar se está viviendo con bastante preocupación, pero todos los compañeros lo vivimos con muchas ganas por poder echar una mano y poner nuestro granito de arena. Intentamos ayudar al máximo a la población civil para que esto pase lo antes posible y con el menor daño”, afirma a la vez que señala que su misión es “estar alertados las 24 horas del día para poder estar en el menor tiempo posible ante cualquier necesidad que tenga la población”. Gabriel López, además, estuvo de misiones en Kosovo y Turquía y entre sus galardones se encuentran la ‘Medalla a la Constancia’ que recibió el pasado mes de diciembre tras 15 años de servicio en el Ejército, la Medalla de la OTAN en misión de paz, así como la Cruz al Mérito.
Asimismo, insiste en la necesidad de cumplir la cuarentena y las medidas de seguridad establecidas por el Gobierno ante la falta de una vacuna o solución para poder frenar en seco esta pandemia. Sin embargo, también destaca los esfuerzos de la población y agradece el popular minuto de aplausos que dedica la ciudadanía a diario en señal de gratitud. “Es muy emocionante para nosotros escuchar palabras de agradecimiento y el cariño de la gente. Es lo que nos hace estar al pie del cañón todos los días. Que nadie dude que el Ejército siempre va a estar ahí cuando haga falta y como haga falta. Para nosotros es un orgullo poder ayudar a nuestro país y a nuestra gente. Héroes somos todos, el país entero está volcado y unido, y así saldremos adelante”, destaca.
Con la competición parada, Gabriel López está centrado en su labor militar, pero no descuida en ningún momento sus tareas arbitrales, relatándonos cuál es su día a día en condiciones normales: “Mi vida deportiva empieza justo cuando acaba la militar. A medio día acabo mi turno en el Ejército y entro a trabajar en la Federación de Balonmano de la Comunidad Valenciana donde, junto a mi compañero Adrián Aroca, realizamos trabajos con los árbitros territoriales y las designaciones de la jornada siguiente. Además de esto, lo compagino con mi rol como árbitro de División de Honor Plata Masculina y Liga Guerreras Iberdrola, que conlleva mucho trabajo junto a mi compañero Pedro Cubas, tanto a nivel táctico como en visionado de vídeos y entrenamiento físico”.
Sobre dicho trabajo, Gabriel especifica: “Se hace mucho visionado de vídeos, repasando cada jugada de los partidos anteriores, cada decisión tomada, partidos de otros compañeros y partidos anteriores de los equipos a los que vamos a pitar para analizar la forma en la que juegan. Todo ello junto al entrenamiento físico y técnico. El arbitraje tiene mucha responsabilidad y procuramos trabajar día a día para mejorar nuestro nivel y equivocarnos lo menos posible. Sólo así se consiguen los objetivos y en mi caso, mi sueño sería arbitrar en la máxima categoría. Es el mundo del balonmano visto desde otra perspectiva”.
Por último, Gabriel López lanza un mensaje de optimismo: “Vamos a salir de ésta más reforzados. Aprenderemos mucho como personas, pero ahora es el momento de luchar. Cada uno tiene que dar lo máximo de sí mismo y poner su granito de arena para que todo esto salga bien. Unidos, lo lograremos”.
