La jugadora del Liberbank Gijón, Débora Torreira (1991, Santo Domingo), lleva toda la vida ligada a la defensa. Desde los nueve años practica balonmano, donde destaca precisamente en la faceta defensiva, pero no sólo dentro del 40x20. Fuera de las pistas, Débora también dedica su vida profesional a salvaguardar a los ciudadanos, en este caso cuando se enfunda su uniforme de Policía Nacional, una labor que en estos días se ha vuelto más reconocida que nunca.
Nacida en República Dominicana, Débora es hija de Baltasar, un marinero cuya infancia estuvo marcada por una fatalidad, un accidente de tren en el que sólo sobrevivieron él y su hermana. “Cuando cumplió los 18 años, decidió meterse en la mar, en barcos mercantes, y estuvo viajando por todo el mundo hasta llegar a República Dominicana”, relata la propia Débora. Allí se enamoró de su madre, Evalina, antes de regresar a España, donde dio comienzo la vida deportiva de Débora.
“En 1999 llegamos a España y mi tía le propuso a mi madre apuntarnos a algún deporte. Dio la casualidad que las vecinas de al lado jugaban a balonmano, así que nos decidimos por practicarlo en el Club Balonmano Corvera, puesto que era el único equipo femenino que había. Yo siempre jugué en una categoría por encima de la que me correspondía para poder jugar con mis hermanas, ya que no había más equipos”, señala la jugadora del Liberbank Gijón.
Pronto comenzó a destacar por su talento, su compañerismo y su solidaridad en la pista, tres cualidades muy ligadas a su profesión como policía nacional, un oficio que Débora confiesa como vocacional. “A mí madre siempre le decía que de mayor quería ser policía. Antes no le gustaba mucho, pero ahora sí”, confiesa. De hecho, la propia Torreira destaca el compañerismo como una de las grandes similitudes entre su labor como jugadora y policía nacional.
“Para jugar a balonmano tienes que ser compañera. Si no lo eres, estás perdida. Es un deporte de equipo y requiere que ayudes al resto, tanto dentro como fuera de la pista. En la profesión, más de lo mismo. Cuando patrullas, lo haces con un compañero. Cuando trabajas, lo haces siempre también con compañeros, etc. Tienes que tener ese apoyo mutuo para que, con una mirada, nos entendamos. En balonmano pasa igual. Con una mirada yo tengo que saber hacia dónde se va a desmarcar mi compañera”, afirma la jugadora del Liberbank Gijón.
A pesar de que ahora disfruta ejerciendo sus dos pasiones, no siempre ha sido fácil. Débora tuvo que dejar el balonmano durante tres años para poder preparar las oposiciones a policía nacional. “Cuando llegó la crisis, bajaron las plazas para las oposiciones de policía nacional. Tuve que dejar momentáneamente el balonmano para poder estar entre las 300 mejores. Una vez que conseguí plaza, pude retomar el balonmano y dedicarme a ello de manera profesional. Lo compagino bastante bien ya que tengo facilidad con los turnos de trabajo”, destaca.
Ahora, convertida en pieza fundamental en el esquema defensivo de Diego Lafuente en el Liberbank Gijón, recuerda algunos de los mejores momentos de su carrera deportiva: “Uno de los mejores recuerdos fue el ascenso a División de Honor en 2010 y el último que viví, en este caso con el Morvedre en 2017. Trabajar todo el año con un fin y conseguirlo, es lo mejor que te puede pasar”, confiesa Torreira, que también destaca su participación en el Campeonato del Mundo de Serbia con su selección, la República Dominicana, como uno de sus grandes sueños cumplidos. Por cumplir: unos Juegos Olímpicos.
Fotografía: Liberbank Gijón