No hacen falta muchas preguntas para constatar que Alberto García es árbitro vocacional. Lo disfruta, lo siente, y esa pasión la traslada al día a día de su profesión desde el 2007 cuando se convirtió en Policía Local. Por aquel entonces jamás imaginó que podría vivir la situación por la que atraviesa ahora el país. ‘’Se trata de una situación excepcional y muy estresante, pero creo que todos estamos dando el 100%, intentando aplicar la empatía, pero haciéndole ver al ciudadano que tiene que cumplir la norma’’, comenta.
Porque a pesar de que, tal y como reconoce, ‘’en líneas generales la respuesta de la gente está siendo muy buena’’, no todo el mundo está cumpliendo las normas: ‘’Siempre te encuentras a gente que quiere seguir con su rutina, personas que alargan los paseos del perro, que van en pareja a comprar. Nos hemos encontrado el caso de personas que han intentado hacer una mudanza, personas que van andando al campo porque tienen animales y tienen que darles de comer’’.
Aun así, se queda con las muestras de cariño de los miles de ciudadanos de todas las ciudades de España que día tras día salen a sus ventanas y balcones para brindar un largo y sentido aplauso a la labor de todos los profesionales llamados ‘’héroes’’ que luchan por hacer frente a este virus. Profesiones que para Alberto ‘’pasan desapercibidas en el día a día, pero que en situaciones como estas te das cuenta de la importancia que tienen. Ojalá esto no caiga en el olvido y las personas sigan valorando estas profesiones como esenciales’’.
La función de Alberto durante el Estado de Alarma ha ido evolucionando a lo largo de los días: ‘’Hemos pasado por tres fases. La primera de información al ciudadano en la que se le informaba de lo que debía hacer. Una segunda parte en la que se ha denunciado mucho más aquellas conductas que iban en contra de la norma. Y esta parte es un poco más de empatía, haciéndole ver al ciudadano que nosotros cuando no estamos trabajando estamos también en casa, sufriendo lo mismo que ellos. Y, por su puesto, estamos para ayudar a las personas dependientes que no pueden valerse por sí mismas’’.
Natural de Granada, Alberto comenzó a arbitrar a la temprana edad de 16 años y, aunque los inicios ‘’fueron complicados porque tuve que cambiar la rutina, dejé de tener tiempo para los amigos y dejé de lado mis aficiones porque ya tenía responsabilidades, lo recuerdo con mucho cariño y no me arrepiento en absoluto’’. Hoy reconoce que ambas profesiones forman un gran tándem: ‘’Hay muchas similitudes porque al final eres el encargado de hacer cumplir la norma. En ambos casos tienes que utilizar mucho la empatía, la comunicación. A mí me ha aportado mucho lo que he aprendido en mi vida laboral aplicándolo como árbitro y del mismo modo, las vivencias que he tenido arbitrando me han ayudado mucho a la hora de tratar al ciudadano, a los compañeros y a mis superiores’’.
Sus inicios en la élite fueron soñados, marcados principalmente por el debut en el Palau Blaugrana. Ahora suma 11 temporadas en la máxima categoría del balonmano español, en la que reconoce que el arbitraje se ha vuelto más complicado: ‘’El juego es mucho más rápido que antes, hay situaciones novedosas como el 7:6 de portería vacía, que hace que nuestro arbitraje sea más complicado que antes. También ha cambiado en cuanto al control del partido’’. Aún le quedan grandes sueños por cumplir, pero sin duda el más especial sería ''poder dirigir la final de la Copa del Rey. No es un reto fácil porque tenemos una plantilla de árbitros internacionales de un nivel altísimo, pero sería un sueño y pondría el broche final a mi carrera en el arbitraje’’.