Donostia llegó a ser, durante parte del siglo XVI, el principal puerto ballenero mundial. Su práctica se extendió hasta las costas de Canadá, logrando crear una potente industria, lo cual está acreditado gracias a numerosos restos arqueológicos encontrados.
Entre ellos, probablemente, el mejor documentado es el de la Nao San Juan (1565), embarcación que está siendo reconstruida, a partir de estas investigaciones, en el proyecto Albaola.