entro del universo de artículos, reportajes, entrevistas, columnas de opinión, blogs, páginas web,… etc., escritos durante el últimos mes, acrecentados en los últimos quince días, hablando de nuestro deporte, dentro del escenario de la participación de la selección española en el Campeonato del Mundo 2011 disputado en Suecia, hemos querido hacernos eco de dos columnas, publicadas en las últimas horas.
Balonmano, sí; Mourinho, no
miércoles, 2 febrero 2011, 11:29
Les confieso que después de leer la enésima genialidad de José Mourinho, aquello de que sus jugadores no están acostumbrados a jugar varias competiciones a la vez –tuve que repasar la información dos o tres veces, y esperar a que amigos como @jjanaut me confirmaran que había leído bien- me planteé empezar otro blog sobre el asunto. De hecho, había empezado ya a mirar los historiales de sus jugadores, en la Guía de la Liga MARCA, y a comprobar la carga de partidos del Real Madrid en enero en los últimos años. El asunto era señalar que con este tipo de declaraciones, Mou no desvía la atención sobre los problemas de su equipo sino que, al revés, llama la atención sobre ellos. Pero también confieso que desistí, como decían Barón Rojo. Porque reparé en que iba a ser también mi enésimo post sobre Mou –y que además se agotaba pronto, como ven- cuando estos días ha habido en el mundo del deporte personas con muchos más méritos para estar bajo los focos de la actualidad.
Y creo que, en este mes de enero que acaba de terminar, a quien más alto hay que poner del pedestal deportivo –compartiendo espacio con David Ferrer- es a la selección española de balonmano y a su entrenador, Valero Rivera. La medalla de bronce que han ganado en el Mundial de Suecia ha sido, para mí, una de las mejores noticias deportivas de los últimos años no sólo por el logro, sino porque es una muestra más de que con trabajo serio, humilde, y pensando más en el largo plazo que en las urgencias inmediatas, los resultados llegan, y de qué manera.
El balonmano es quizá el deporte en el que la competencia es mayor a nivel de selecciones. Su ámbito internacional, mayoritariamente europeo, no es tan grande como el del fútbol o del baloncesto, cierto, pero entre los países relevantes la competencia es tal que una derrota o incluso un gol te puede relegar ocho o diez posiciones. Y cierto también que en los últimos tiempos, logros de clubes aparte, en España andábamos algo alicaídos. El balonmano tiene tradición. Es nuestro tercer deporte. Se enseñaba –al menos antes- en los colegios. Tiene una Liga con más de medio siglo de existencia y clubes tan históricos –Barcelona aparte- como Granollers, Ademar o Valladolid. En nuestro imaginario colectivo los nombres de Medina, Santos Campano, Villamarín, Rochel, Uría, Rico, Garralda, Barrufet, Serrano, Cabanas, Masip y otros muchos figuran en los lugares preferentes. Durante demasiado tiempo, sin embargo, la imagen fija de la selección consistió en un lanzamiento a la desesperada buscando el empate sobre la meta de la URSS o la RDA, mientras Celso Vázquez o Luis Miguel López comentaban en la tele la ventaja perdida por nuestra selección, árbitros de por medio o no. En MARCA, por cierto, siempre hemos tenido a gala dar el balonmano en lugar preferente, Javier Romano mediante.
Las cosas empezaron a cambiar a mediados de los años 90, cuando se empezaron a tocar metales con Juan de Dios Román en el banquillo. Sin embargo, después del Mundial 2005 y el Europeo 2006, con su oro y con su plata, andábamos de capa caída. Aquella generación iba diciendo adiós y el relevo no se apreciaba que pudiera ser plácido. Los Juegos de Pekín, en ese contexto, fueron un claro fin de ciclo: nos clasificamos un tanto a trancas y barrancas pero alcanzamos el podio. Después, el 13º puesto del Mundial 2009: como a Charlton Heston, el destino nos había alcanzado. Y estábamos alicaídos, claro, entre una selección en baja y una Liga Asobal arrasada por la crisis económica.
Pero, normalmente, uno de las mayores fortunas que se pueden tener en la vida es contar con un buen maestro y en el balonmano español siempre los hemos tenido: tras Txomin Bárcenas, tras Juan de Dios Román, un Valero Rivera que quizá sea el mejor entrenador del mundo, el artífice de ese F.C. Barcelona que si no es el equipo más laureado de todos los deportes en todos los tiempos –en su periodo de existencia- por ahí debe andar. Y la sapiencia de Valero nos ha vuelto a demostrar que la vida sigue. Tenemos nuevo equipo, nuevo bloque. Los Gurbindo, Cañellas, Morros y compañía ya son el relevo de los Lozano, Uríos, Ortega y Garralda. En Suecia hemos visto a una nueva España, muy distinta al equipo tristón de no hace tanto. Firme en defensa, peligrosísimos cuando van por detrás en el marcador, que va resolviendo sus retos en ataque, pero del que lo mejor que se puede decir, quizá, es que todavía es poco más que un proyecto. Que se adivina su crecimiento, pero no hasta donde puede llegar. El balonmano, junto a su igualdad, es también muy de ciclos. La fulgurante Suecia de Olsson y Carlem se quedó sin relevo y es ahora, casi diez años después, cuando empieza a levantar cabeza. Alemania se debate ahora entre el segundo y el tercer escalón. Rusia, el grueso de la ex-URSS, no estuvo en el Mundial. A cambio, Francia no cede. Dinamarca ha vuelto por donde solía, Croacia y Serbia vuelven a crecer… El balonmano y otros deportes suelen plantear las selecciones como un equipo conjuntado, abierto a la incorporación y al relevo, más que como una selección propiamente dicha y aún a riesgo de equivocarme, me parece que el fútbol en España no ha empezado a despegar como selección hasta que ha adoptado –adaptándolo- ese modelo.
El bronce de Suecia es, pues un soplo de aire fresco y un empujón de ánimo para un balonmano que, pese a ello, no lo está pasando bien. Vimos caer al Atlético de Madrid, al Calpisa, al Bidasoa y al Teka amén de otros. Este año, el Alcobendas y el Arrate son los casos más llamativos pero otros muchos clubes lo están pasando verdaderamente mal. Al menos, todos los estamentos implicados han prometido trabajar conjuntamente para capear el temporal económico. Otro buen ejemplo.
EL RUEDO IBÉRICO
Carlos Toro
Querido balonmano:
Querido balonmano español:
Enhorabuena y gracias por regresar a las medallas, a las tuyas, que son las nuestras, después de tres años, luego de aquel bronce in extremis en los Juegos Olímpicos de Pekín. Naturalmente, nos hubiera gustado un oro, como en el Mundial de 2005; o una plata, como en el Europeo de 2006. Pero el tercer puesto del Mundial de Suecia significa retomar una senda interrumpida demasiado abruptamente por los batacazos del decimotercer lugar en el Mundial de 2009 y el sexto en el Europeo de 2010.
Parecía que te descolgabas del milagro español, al que ayudaste a empezar a definir. Sin embargo, te has reenganchado a su brillo perdiendo sólo un partido, frente al subcampeón (Dinamarca), y empatando con el campeón, la Francia de la grandeur prolongada. El bronce tuvo el mérito suplementario de arrancárselo angustiosamente al anfitrión. Demostraste en ese lance tanta fortaleza psicológica como coraje físico.
Has retornado a la aristocracia después de haber penado un tiempo por la clase media. Un período de penitencia impuesta por los flujos y reflujos de un deporte sujeto más que otros a bruscos cambios jerárquicos y en el que, excepto Francia, todas las demás potencias fluctúan en el escalafón. Francia pende de una soga. El resto, de un hilo. No cabe reproche alguno que hacerte. Pero sí algunas observaciones, mitad advertencias, mitad consejos, de cara a un futuro exigente, tan ilusionante como amenazador, presidido por los Juegos Olímpicos de Londres ’12 (para los que aún tendrás que clasificarte) y el Mundial 2013, a celebrar aquí, entre los tuyos, entre los nuestros. He ahí dos espléndidas oportunidades, pero también dos riesgos evidentes.
Has jugado defensivamente muy bien, pero te ha faltado fluidez, seguridad en el ataque. Y careces de una gran estrella, el Karabatic, el Hansen de turno, ese jugador al que encomendarse ciegamente cuando las cosas se atrancan o se tuercen. No has tenido a ninguno en el siete ideal del Campeonato. Raro para un equipo en el podio.
Me preocupa la crisis económica que asfixia a tus clubes y compromete su futuro. Y no veo claro en cantidad y calidad el relevo generacional. Pero –y perdona el falso consuelo- tal vez la ausencia de dinero impedirá los fichajes extranjeros y obligará a recurrir al fruto nacional, facilitando la maduración. Pero ya habrá tiempo de hablar de ello. Disfrutemos ahora el momento.
Abrazos
C.T.