Balic, patrimonio del sentimiento croata, ya había indicado en las horas previas a la final de Zagreb, que Francia no era buen compañero de viaje. Y una vez más, acertó. La selección francesa se acaba de coronar campeona del mundo (24:19) ante un Zagreb Arena enmudecido en los últimos cinco minutos del choque.
El 24:19 final puede que no refleje la igualdad de un partido que tan sólo se decidió en los últimos diez minutos, momento éste en el que el mayor poderío físico de los galos les mantuvo en una defensa que asfixió a una Croacia sin aire en la recta final.
La intensidad defensiva primó sobre los ataques, devaluando la espectacularidad para dejar el regusto a los grandes aficionados al balonmano, sabedores que una gran final siempre queda deslucida por la tensión.
Mientras que los extremos se encargaban de definir en los primeros minutos (Sprem por lo croatas y Guigou por los galos), los pupilos de Cervar ganaban la batalla de los primeros líneas, con un Karabatic desdibujado en ataque, pero con una perfecta lectura del partido asistiendo al resto de compañeros.
Tuvo que ser Narcise quien, con su entrada en pista, mantuviera a los de onesta en el partido.
Al descanso, Croacia se marchaba con una exigua ventaja de un gol (11:12), dejando para los segundos treinta minutos la resolución del choque.
Pero en el arranque la situación se mantuvo inalterable, y hasta el minuto 44 la igualdad presidió el luminoso del Zagreb Arena.
Fue entonces cuando Francia subió, aún más, su intensidad atrás. Los Balic, Duvnjac, Lackovic, Metlicic y Valcic se estrellaban entre una muralla numantina, a la que se sumaba el omnipresente Omeyer.
Con el marcador hipnotizado, Francia seguía dando los pasos necesarios para irse de tres goles 22:19, cerrando un partido en el que la decepción se apoderó de un país que soñaba hacer realidad el poder levantar la copa de campeón del mundo en el corazón de la nación.
Pero la generación liderada por Karabatic y Narcise ha vuelto a demostrar que son los mejores, y lo más importante, tienen cuerda para rato, al menos, para todo el ciclo olímpico que acaba de comenzar.
Tras el oro de Pekín, Francia se convierte en el tercer equipo en repetir el éxito en el Mundial, algo que consiguieran en sus años de oro Rusia y Yugoslavia.
Con anterioridad, Polonia ganó el bronce al imponerse 23:31 (11:14 al descanso) a Dinamarca.
Ficha técnica
24 - Francia (11+13): Omeyer (Karaboue); Fernández (2), Dinart, Gille, Narcisse (6), Karabatic (2), Kempe, Junillon, Abati, Abalo (2), Sorhaindo (2), Guigou (10,7p).
19 - Croacia (12+7): Alilovic (Losert); Balic (1), Duvnjac (2), Lackovic (4), Vori (2), Gojun, Horvat, Sprem (3), Spoljaric, Metlicic (1), Valcic, Cupic (6,4p).
Marcador cada 5': 1:1, 3:3, 4:5, 6:6, 8:9, 11:12 (descanso), 12:13, 15:16, 18:17, 21:18, 24:19 (final).
Árbitros: Olesen y Pedersen (Dinamarca). Excluyeron a Dinart, Karabatic, Metlicic (2) y Valcic, expulsando a Vori (roja) por intento de lanzar el balón a uno de los colegiados.
Incidencias: Final del Campeonato del Mundo de balonmano masculino disputada en Zagreb (16.210 espectadores).
