El éxito del balonmano español en el Campeonato del Mundo de Suecia no ha quedado limitado a la medalla de bronce lograda por la selección nacional absoluta masculina. Los encargados de poner el broche de oro fueron Óscar Raluy y Ángel Sabroso, la pareja de colegiados canarios que representaron con brillantez al colectivo arbitral español.
"Hemos aprendido a canalizar los nervios"
Raluy reconoce que, "desde que hemos vuelto, no hemos parado de trabajar, atendiendo a los medios de comunicación de Canarias porque es verdad que se han volcado con nosotros".
Con respecto al torneo, asegura que "ha sido mentalmente agotador, una montaña rusa de emociones porque teníamos mucho tiempo para ver partidos y reflexionar". Además de la gran final, arbitraron un total de cuatro partidos, entre ellos "las dos grandes sorpresas de campeonato, la victoria de Japón contra Austria y la derrota de Suecia frente a Argentina".
Sin embargo, confirma que el partido más complicado fue el que enfrentó a Suecia y Croacia. "Croacia estaba molesta por un arbitraje anterior, sin razón después de ver el partido en vídeo, y la única derrota de Suecia la arbitramos nosotros. Había mucho en juego y la tensión fue máxima", indica Raluy.
Asegura que "hemos aprendido a canalizar los nervios", a pesar de reconocer que el momento más tenso "fue la designación para la final por todas las emociones encontradas, por recordar todos los sacrificios que hemos hecho en estos 18 años". Las horas previas al partido transcurrieron "con las mismas rutinas que en otros grandes partidos, leyendo un poco el reglamento y preparando la bolsa para mantener la concentración”.
“Honestamente, pensamos que nuestro Mundial había terminado”
La derrota del equipo nacional hizo nacer en Ángel un presentimiento: “La fortuna no acompañó a España y, honestamente, pensamos que nuestro Mundial había terminado, por el gran papel realizado por el equipo, sumado a que era nuestro debut, por ser la pareja más joven del torneo, y por haber pitado ya algunos partidos muy comprometidos”.
Sin embargo, los pronósticos de Ángel no fueron acertados: “El domingo, el mismo día de la final, tuvimos una reunión oficial con todos los árbitros del torneo y todos los delegados técnicos, con el discurso de clausura por parte del presidente de la IHF. Posteriormente, el jefe del PRC (Comisión de Arbitraje Internacional) hizo públicas las designaciones. Fue una sorpresa, por supuesto, pero también una tremenda alegría, aunque pronto cayó sobre nosotros el peso de la responsabilidad. Todos los compañeros nos felicitaron y nos desearon lo mejor, y ahí empezó nuestro pre-partidos. Nada de móviles, nada de Internet, concentrados en la habitación, un poco de música, lectura y a pensar mucho en el partido. Así llegamos al Malmö Arena una hora y media antes de la final, el tiempo justo para ver los últimos diez minutos del gran partido de la selección española y su gran triunfo por la medalla de bronce. Es una pena no haber llegado a la final, porque nosotros nos hubiéramos cambiado por ellos sin dudarlo para disfrutar en la grada, como dos aficionados más”.
En esos momentos, Sabroso vivió un momento que difícilmente olvidará: “El vestuario de la selección estaba justo en frente del nuestro, y pudimos ver auténticos momentos de emoción en todo el equipo al conseguir el bronce. Lo único que sentimos fue no poder compartir con más entusiasmo su alegría, pero ya nos esperaba la final. Los ánimos de todos los jugadores y del cuerpo técnico de España hacia nosotros lo agradecemos enormemente, pues no faltó nadie del equipo en desearnos lo mejor”.
Y así empezó el partido: “Concentrados a tope, jugada a jugada, situación a situación, olvidando sobre la marcha los posibles errores y tratando de marcar las pautas desde el principio; esos fueron los objetivos de nuestra labor. Los árbitros nunca son importantes en un partido, nuestro deporte es un auténtico espectáculo y así tenemos que transmitirlo, por lo que las únicas estrellas son los jugadores, los verdaderos protagonistas”.
Continúa relatando: “Por supuesto que había una gran presión, pero los equipos se dedicaron a jugar y nos respetaron en todo momento. Después del tiempo reglamentario, una prórroga y por fin la conclusión. Nada más terminar el partido, el presidente de la R.F.E.BM. bajó a pie de pista para darnos un abrazo; sin duda no sólo lo agradecemos, sino que forma parte ya de uno de nuestros mejores recuerdos de la final”.
El colegiado canario asegura que “las muestras de cariño del balonmano español hacia nosotros están siendo abrumadoras, estamos tremendamente agradecidos y sentimos no poder estar respondiendo a todos como sin duda merecen. El balonmano español en general, y su arbitraje en particular, tienen un grandísimo nivel y el triunfo de la selección y nuestra presencia en la final es un triunfo absolutamente de todos”.
Señala que “Óscar y Ángel no pitaron solos el partido, había mucha gente, amigos, maestros, compañeros de arbitraje, técnicos y jugadores con nosotros. Hemos sentido un calor enorme en todo momento, en especial del Comité Técnico de Árbitros, que no había día que no contactaran con nosotros. De veras que lo agradecemos”.
Finaliza asegurando que “estamos muy contentos pero, eso sí, con los pies en el suelo. Ahora hay que pasar página y seguir trabajando. La exigencia es muy alta, por lo que ahora tenemos que tener mucha humildad, como siempre. Y seguir empeñándonos en mejor día a día, siempre hay margen para hacerlo mejor, siempre”.
De cara al futuro, “por supuesto que nos encantaría ir a los Juegos Olímpicos, pero aquí sólo vale el día a día. Lo que está por venir sólo llegará si hay trabajo, mucho trabajo de por medio”
* Fotografía cedida por el diario digital Canarias7.