En treinta minutos España ha percibido lo que supone jugar con los equipos del furgón de cola. Diferencias abismales, juego sin intensidad, árbitros de segunda línea, y un largo etcétera que configurar el marco de una competición cuya finalidad es únicamente el pretexto para las selecciones más modestas. Pero la selección española se ha ganado el tener que padecer este destierro en Pula.
Los primeros treinta minutos tienen una escasa lectura, ya que desde el calentamiento se ha visto la diferencia entre ambos equipos (6:18).
Valero salió con Ugalde y Víctor Tomás en los extremos (ambos acabaron con tres goles cada uno), Viran, Ruega y Entrerríos como primeras líneas y Andreu en el pivote, con Hombrados en portería.
Sin apretar demasiado en defensa, España endosó un parcial de 0:6 que sólo sirvió para enfriar un partido en el que los más interesados en no correr eran los oceánicos, ya que todo lo que supusiera movilidad de balón, repercutiría en el marcador.
El seleccionador realizó cambios en defensa, probaturas para lo que está por venir frente a Rumania el lunes, y el partido por la clasificación el martes. La lectura siempre en positivo.
En el apartado ofensivo, destacar los 6 palos los y dos penaltis fallados, señal de esa escasa confianza en la que están inmersos los jugadores. Andreu ha trabajado bien en los seis metros y cada vez que España ha abierto la defensa australiana, los extremos ha dispuestos de balones muy claros.
En el déficit, los pocos contraataques, si bien la eficacia en esta parcela ha sido total.
Junto a Ugalde y Tomás, Víctor Hugo también se ha sumado al trío de goles, por los dos de Enterríos y Ruesga.
Parciales cada 5’: 0:3 / 0:6 / 3:10 / 4:12 / 5:11 / 6:18 / (descanso)